¿Especulación? ¡¿De verdad?!
- cgartadvisory
- 26 may 2014
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 22 jun 2022

Dollar Sign de Andy Warhol
Sentí algo de sorpresa cuando este pasado fin de semana leí un artículo titulado “Orgía perpetua del arte y el dinero” de Miguel Ángel García Vega para el diario El País, donde coleccionista Marcos Martín Blanco, a propósito de las cifras “escandalosas” alcanzadas entre las tres grandes casas de subastas, decía: “Los números son un reflejo del vértigo del mercado y de la enorme presión de los especuladores sobre las obras y los artistas”.
Tras esto, recordé automáticamente una de esas frases que escuché en mis comienzos durante una ardua negociación con uno de los marchantes más importantes de Nueva York y del mundo cuando me dijo: “Cristóbal, clientes hay muchos, pero cuadros hay muy pocos”. Para entender la frase hay que contextualizarla y ubicarnos en un mercado como el neoyorquino, con uno de sus mejores dealers y con una magnífica pieza de un maestro moderno. Si no es una fantástica creación de uno de esos que ya ha trascendido universalmente ganándose así todos los honores de ser calificado de artista, no entra dentro de este supuesto.
Nosotros, los españoles, acostumbrados a una economía tan volátil como incierta y opaca, ver los resultados que están alcanzando ciertas –e insisto, ciertas– obras en Nueva York o en Londres nos resulta tan sorprendente que cuando lo vemos mecánicamente lo asociamos a los tiempos de bonanza de la economía española, que tan marcados estuvieron por los despropósitos. Esto sin ni tan siquiera entrar a valorar la falta de tradición coleccionista de nuestra cultura, que me han llevado a escuchar entre algún que otro, que dice ser entendido, que “cuadros hay muchos, pero clientes no tantos”. Efectivamente, en España ese es el caso y además los cuadros que hay no son los de las sesiones nocturnas de Christie’s y Sotheby’s.
Pero fuera de nuestras fronteras, aparte de que la situación económica de países como EEUU o Reino Unidos es afortunadamente bien diferente; Nueva York y Londres son además desde hace más de 50 años los centros neurálgicos de comercio internacional de arte más importantes del mundo. Con esto me refiero a que Nueva York y Londres no es sólo Nueva York, Londres y sus compradores locales, es el mundo entero y no cualquier mundo, sino uno cada vez más globalizado y polarizado entre mega ultra ricos y el resto, siendo los primeros cada vez más numerosos y más ricos, procedentes de superpotencias económicas como Brasil, Rusia, India, China, Emiratos Árabes Unidos, Catar, por mencionar las nacionalidades más ilustres dentro mercado del arte actual. Con una particularidad que les une a todos, sean de Occidente, Oriente Medio, Oriente o el Extremo Oriente, absolutamente todos han crecido en un momento u otro en convivencia con las creaciones de algunos artistas, o ese 0,6% si lo preferís, que se convirtieron en iconos culturales mundiales.
Por lo tanto, ante el inconmensurable crecimiento económico de algunos individuos de estas nacionalidades y otras, así como la multiplicación vertiginosa de su población, no es de extrañar que también quieran optar a aquellos objetos icónicos y fetiches con los que los viejos ricos occidentales estaban más que familiarizados. Éstos también han crecido con ellos, han viajado a los mejores museos occidentales, tienen residencias aquí e incluso muchos se han educado en sistemas educativos occidentales o directamente se han formado in situ entre todos nosotros, por no decir que algunos conocen nuestras culturas mejor que nosotros mismos. Entonces, ¿por qué nos cuesta tanto creer que estas cifras son el resultado de una demanda natural y orgánica global en vez de la tan equivocadamente extendida conjetura “de la enorme presión de los especuladores”? Quizás porque nos resulta tan lejana la respuesta que la cercanía del tópico resulte ser más cómoda a nuestra comprensión.
En 2013, las obras de más de €10 millones representaban el 0,02% de las obras ofrecidas en subastas a nivel internacional, pero acumularon el 15,5% de la facturación total. Las obras entre €2 y €10 millones representaron el 0,2% y acumularon el 19,1% del valor; y el las obras entre €1 y €2 millones fueron el 0,2% y facturaron un 9,2% del total de la facturación global de subastas. Estamos hablando de un 0,42% de obras de más de €1 millón que acumularon 43.8% del valor total global de las subastas en 2013. Cuadros a partir de €1 millón no escalan libremente hacía las altas esferas por el empuje de un grupo de desatados especuladores convencidísimos de revender años más tarde esas obras con beneficios, no. Por cierto, ¿alguien tan siquiera se ha planteado sólo lo que le costaría a un especulador mantener esas obras hasta mejor momento de venta, así como los costes de reventa en una casa de subastas? Os aseguro que si lo hiciesen, se le quitarían las ganas de especular.
Suben por la pasión de un grupo de coleccionistas cada vez más numeroso, rico e interesado en poseer arte, no revenderlo. Esos especuladores no tienen la seguridad en sí mismos que les empujaría a esas esferas. El especulador, al contrario, se dedica, como bien indica su nombre, a especular. Con los artistas que ya están sobradamente consolidados en términos históricos, insisto ese 0,42%, ya no se puede especular, está todo dicho sobre ellos y han trascendido universalmente. No obstante, si pueden especular con el 99% restante de las obras en subasta que no alcanzan ni el medio millón de euros, pero entonces los resultados de este supuesto ya no se verían en las tres subastas récord a las que se refiere el artículo.
Especulación en el mercado del arte existe como en todos los campos donde puede haber un beneficio económico. Sin embargo, cuando oímos el ruido de estas subastas, que realmente son 4 en todo el año, tendemos a especular con la realidad de la dinámica que empujan los precios sin entender la verdadera dimensión del mundo en el que vivimos y de los artistas de los que hablamos. Estos récords son el fruto de cuánto han maravillado unos muy pocos a un enorme grupo de poderosos.